Energía y medioambiente
La capacidad de la biosfera de cubrir la demanda de recursos que la humanidad requiere es insuficiente. El desarrollo sostenible ya no es una opción, sino el único camino posible para una vida digna y la energía, considerando todo el ciclo, desde generación hasta consumo, es un componente relevante en el desarrollo.
Las consecuencias ambientales de las acciones humanas se expresan tanto a escala local, como a escala global. Éstas impactan directamente en la salud y la expectativa de vida en el ámbito local, pero también en el clima, el uso de la tierra y los precios de los alimentos, entre otros.
Uruguay ha realizado en los últimos años un proceso inteligente en la planificación y el desarrollo de los distintos aspectos que tienen que ver con la energía, reforzando las energías renovables —que desde las grandes centrales hidroeléctricas no habían tenido impulso tan fuerte— e insertando en la agenda la eficiencia energética como una herramienta fundamental en la reducción de la demanda cuando esta no responde a una mejor calidad de vida.
El país no ha sido ajeno a la tendencia creciente del consumo energético, y la Política Energética Nacional, prevé responder con fuentes que tengan el menor impacto ambiental posible.
El consumo energético ha crecido 50 % en los últimos 10 años, con una fuerte incidencia del consumo industrial, que pasó del 20 % al 34 % del consumo energético total. Este crecimiento ha tenido un peso importante de fuentes renovables, en particular la biomasa, y se proyecta que la energía abastecida proveniente de fuentes renovables alcance el 50 % para el 2015.
La promoción de la eficiencia energética tiene efectos ambientales y económicos, y se ha encarado en formas diversas y complementarias desde lo institucional, la promoción y la educación, el etiquetado de eficiencia energética, entre otros.
Se ha logrado revertir conceptos que constituían obstáculos, como la búsqueda de la maximización de los beneficios económicos por la venta de energía, y se han tomado medidas innovadoras en el contexto uruguayo, como la liberación de la conexión de generación de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables en la red pública de baja tensión.
La energía eólica ha tenido un desarrollo importante y se comienza un aprendizaje con fotovoltaica, habiéndose tomado medidas de impulso de la energía solar térmica dirigidas hacia grandes consumidores. El uso de residuos de biomasa como energéticos atiende a necesidades económicas, energéticas y ambientales, y este componente ha pasado a ser significativo desde la incorporación de una planta de celulosa de gran porte.
Por otra parte, se avanza en la exploración de hidrocarburos, tanto en tierra como en la plataforma marítima, y esto constituye un área en que se requiere incorporación y desarrollo de conocimientos y experiencia que son nuevos en el país. La potencial explotación de hidrocarburos presenta un escenario futuro profundamente distinto para el país, con incidencia en innumerables aspectos de la economía, la sociedad y el ambiente. Uruguay se ha definido claramente como un propulsor de la incorporación de energías renovables y de la eficiencia en el uso de la energía. Desde una visión ambiental es importante que se continúe en forma firme con el compromiso de reducción del impacto ambiental asociado a la energía, tanto en emisiones gaseosas, liquidas y residuos contaminantes como en los compromisos de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, con el trabajo incesante en pos de la mejora en la eficiencia energética.