Asomando a la era del vehículo eléctrico
Asomando a la era del vehículo eléctrico
Aunque tal vez haya pasado desapercibida por las fiestas de fin de año, no deja de ser una señal alentadora y de proyección de futuro la reciente inauguración de la primera ruta eléctrica de América Latina. Tras un recorrido que partió desde Colonia y culminó en Punta del Este, autoridades de UTE y Ancap habilitaron el primer circuito con puntos de carga ubicados cada 60 kilómetros para vehículos impulsados por electricidad.
Si bien el proyecto comenzó por este circuito turístico, la iniciativa comprende que esta ruta de abastecimiento en marzo una también al Chuy y culminará con una red que abarque todo el territorio nacional. La Ruta Verde, como se denomina, es un proyecto de UTE y Ducsa, administradora de la red de estaciones Ancap. La idea es facilitar la movilidad eléctrica en todo el territorio nacional, con 54 puntos de carga ubicados cada 60 kilómetros, aproximadamente.
Hasta el 21 de marzo de 2018, la carga de vehículos particulares será gratuita en todos los puntos habilitados, que se localizan en Colonia del Sacramento (Av. Buenos Aires y Vicente P. García), Rosario (Ruta 2, km 130,3), San José (Ruta 1, km 66), Aeropuerto de Carrasco (Ruta 101, km 19), San Luis (Ruta Interbalnearia km 63,5) y Punta del Este (Capitán Miranda y Trinquete, y el punto inaugurado en marzo de 2017 de la Av. Roosevelt y Naciones Unidas).
Sobre los objetivos que se han trazado, el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla, subrayó que con las recargas gratuitas para particulares se busca profundizar los beneficios para los turistas. Para acceder a la carga, los visitantes deben adquirir una tarjeta en cualquier oficina comercial de UTE.
En tanto, esta promoción no es válida para taxis, puesto que ya tuvieron otros beneficios, entre los que se encuentra la financiación del costo de la inversión en automóviles. Desde 2014, funciona el sistema de movilidad eléctrica en taxis, que implicó una reducción en el consumo de combustible y beneficios en mantenimiento. Con este mecanismo, se reduce a la mitad el costo por uso de aceite y lubricantes. Casaravilla precisó que el costo operativo de estos vehículos es un 70% más barato que los impulsados por combustibles fósiles.
El punto es que todavía, cuando recién se empieza a promover la masificación de la producción por los países desarrollados, el precio de compra de un auto eléctrico duplica al de uno convencional. Esto hace necesario que, para que la inversión sea rentable, esos vehículos deban circular 80 kilómetros diarios en promedio en el país. Por ello, esta modalidad es atractiva para empresas que tienen flotas de vehículos en constante funcionamiento.
Casaravilla destacó otros beneficios vigentes en Uruguay con este fin, como arancel externo común en cero, Impuesto Específico Interno (Imesi) reducido y la definición por el Congreso de Intendentes para que el costo de la patente sea equiparable al de motor convencional y no con base en el costo de la inversión.
A efectos de la integración del parque automotor eléctrico, los puntos de carga de UTE están instalados en estaciones de servicio de Ancap. Así, se cuenta con infraestructura necesaria para la migración de vehículos convencionales a eléctricos, si bien los primeros usuarios serán flotas de taxis y empresas.
Pero todos los procesos llevan su tiempo y la realidad indica que a partir de una flota piloto de UTE, los autos eléctricos han tenido un ingreso todavía tímido al mercado uruguayo, similar a lo que se está haciendo en otros países del mundo. El punto de partida son las experiencias llevadas a cabo en naciones desarrolladas, donde se ha hecho hincapié en la racionalización del uso de combustibles como el petróleo y acciones preventivas contra la contaminación del medioambiente, que van de la mano.
A partir de la crisis del petróleo de la década de 1970, cuando el combustible triplicó sus precios, la sustitución del impulsor por excelencia de motores de explosión y de calefacción ha sido motivo de intensas investigaciones y experiencias. El resultado es que se han incorporado energías renovables en forma creciente. Una muestra de ello es palpable en Uruguay, donde se ha logrado llegar a una generación eléctrica a base de energéticos renovables muy significativa, que en determinados períodos ha llegado a ser del 100% a partir de la hidroelectricidad, la energía eólica, la biomasa y la solar, entre otras.
Pero en el caso de los vehículos autoimpulsados, la innovación ha sido mucho más lenta, a pesar de que se ha incrementado la eficiencia de los motores y la aerodinamia, así como los materiales de construcción. Siguen además las investigaciones y las experiencias para lograr el sustituto ideal del petróleo.
En los vehículos eléctricos, el peso y duración de las baterías, y el reabastecimiento han sido los mayores obstáculos que se ha enfrentado, agregado a su elevado precio, tanto por su construcción como por su falta de masificación.
Este es precisamente el punto: Uruguay es tomador de situaciones y “no marca la aguja” en cuanto al peso en los mercados, más allá de señales como la primera ruta eléctrica de América Latina. El partido del abaratamiento de las unidades eléctricas se juega en otras canchas, en otras latitudes, en los grandes países productores y consumidores. Por eso, cuando mucho desde aquí podemos marcar políticas que en lo interno induzcan el uso de las nuevas unidades que, eventualmente, puedan repicarse en otros países como ejemplos a seguir.
De acuerdo con los avances, la incorporación más o menos masiva del auto eléctrico parece estar cada vez más cerca y, con ella, poder ingresar al servicio público colectivo con ómnibus eléctricos, por ejemplo. Hay aspectos a tener en cuenta, que determinan que para estos emprendimientos debe existir un margen de acción y de visión del riesgo para recuperar el capital, que trasciende los parámetros normales de un negocio. Esto indica que hay todavía muchos pasos para dar con vistas a evolucionar, incluso más allá de los avances tecnológicos que se sucederán.
El Telégrafo