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Chile apela a los volcanes para su transformación energética

21.08.2017

Chile apela a los volcanes para su transformación energética

Parece una plataforma petrolera y funciona de manera similar. De hecho, muchos de los hombres con overoles gruesos de color azul y cascos blancos que operan la maquinaria alguna vez trabajaron extrayendo crudo.

Pero ahora están rodeados por volcanes nevados y, lidiando con las dificultades para respirar hondo a 4.500 metros por encima del nivel del mar, se dedican a utilizar el vapor que emana de la tierra como empleados de la primera planta geotérmica de América del Sur. La planta, con capacidad para proveer electricidad a 165 mil hogares, es un nuevo paso en la transformación de Chile hacia las energías limpias.

La red eléctrica de la nación incluye parques eólicos y amplias granjas solares; es una de las más ambiciosas en una región determinada a reducir su dependencia de los combustibles fósiles.

América Latina ya tiene la electricidad más limpia del mundo, pues dependió por mucho tiempo de represas para generar buena parte de su electricidad, de acuerdo con el Banco Mundial.

Más allá de tales proyectos hidroeléctricos, las inversiones en energías renovables se dispararon en la región: son 11 veces mayores en comparación a 2004 y tienen una tasa que casi duplica la mundial, según un reporte de 2016 de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena, por su sigla en inglés). Chile, México y Brasil están entre los diez principales mercados de energía renovable en el mundo.

Incluso en Argentina, donde no avanzaron tantos proyectos de energías limpias como en el resto de Latinoamérica, invitó a empresas internacionales el año pasado a concursar en propuestas renovables y declaró que 2017 es el "año de las energías renovables" con el objetivo de que el 20% de sus necesidades energéticas sean abastecidas por fuentes limpias hacia 2025; la cifra actual es de 2%.

La meta para 2050

Los funcionarios chilenos tienen una pretensión aún más ambiciosa: dicen que al paso actual, para 2050 el país podrá obtener el 90% de su consumo eléctrico de fuentes limpias, el doble de la cifra actual.

La infraestructura de energías verdes del país, que se expandió, redujo a la vez de manera significativa el costo de producir electricidad y ayudó a que la nación que alguna vez dependió de energía importada se vuelva una central de energías renovables que incluso podría ayudar a que sus vecinos tengan cómo prender la luz.

De acuerdo con Gabriela Elizondo, analista principal de energía para el Banco Mundial, la razón del impulso en parte se debe a los eventos climáticos severos como sequías o inundaciones que dificultan la dependencia de las plantas hidroeléctricas llevaron a los países de la región a diversificar sus fuentes de energía.

"Hace una década, varios líderes latinoamericanos expresaron preocupación de que sus sectores energéticos no soportaban la presión, ya que después de un crecimiento económico sostenido en el que millones de personas pasaron a la clase media el consumo eléctrico se disparó. Chile era de las naciones más vulnerables en este sentido al no tener prácticamente fuente alguna de combustibles fósiles; quedó en un aprieto considerable en 2007 después de que Argentina suspendió de manera abrupta los envíos de gas natural.

La magnitud del problema fue evidente para la presidenta Michelle Bachelet durante su primer mandato, que terminó en 2010, pero no fue sino hasta que regresó al cargo en 2014 que el gobierno puso en marcha un plan para promover las energías renovables y abrir la industria energética al sector privado.

Para entonces, además de los altos costos y la incertidumbre respecto al suministro energético, había otro incentivo para cambiar de rumbo: Chile estaba en medio de una sequía prolongada que había convertido tierra fértil en desértica.

En agosto del año pasado, Chile otorgó decenas de contratos a empresas locales y extranjeras en un concurso para tercerizar alrededor del 23% de lo que requeriría de energía a lo largo de la próxima década. Se prevé que en noviembre haya otro concurso público.

Geografía juega a favor

Algo que sin duda ayudó a Chile es que su geografía favorece de sobremanera el uso de energías renovables. En el desierto de Atacama, uno de los lugares más secos y soleados del mundo, una constelación de campos solares volvió al país uno de los principales mercados para producir los páneles. El sol pega con tal fuerza que los trabajadores de las granjas deben usar trajes protectores y aplicarse repetidamente bloqueador solar.

Muchas granjas eólicas adornan el desierto ubicado al norte y los 3.790 kilómetros de costa; ahora alimentan la red eléctrica nacional. Aunque la producción con fuentes eólicas y solares es irregular, las plantas geotérmicas ofrecen electricidad a todas horas. Aunque el costo es mayor, la red tiene menos afectaciones o interrupciones.

El vapor dragado desde la tierra en áreas volcánicas gracias a las plantas geotérmicas es convertido a electricidad; el vapor pasa por una estación de enfriado y se regresa a la tierra por medio de pozos de inyección.

Sergio Arancibia, gerente de sitio de la planta de Cerro Pabellón, dijo que empezó su carrera en la petrolera venezolana Pdvsa y después de trasladó a Perú, Argentina y Colombia en busca de acervos de combustibles fósiles que fueran a apuntalar a las zonas en las que fueran hallados.

Sin embargo, recalcó que su nuevo trabajo –con una tecnología similar a la que usaba para los combustibles fósiles– es más gratificante porque permitió que poblaciones remotas y empobrecidas tengan acceso a la electricidad.

"Garantiza, o minimiza, la posibilidad de que estos pueblos desaparezcan con el tiempo", dijo. En "estos poblados indígenas que tienen pocas fuentes de ingresos o trabajos, pues la tendencia natural es que desaparezcan cuando el último anciano muere".

Los proyectos hidroeléctricos de varias partes de Latinoamérica han resultado en inundaciones graves, daño ambiental y el desplazamiento a gran escala de poblaciones locales; mientras que los proyectos eólicos, solares y geotérmicos encontraron poca resistencia por parte de las comunidades vecinas.

La comuna de Ollagüe, en la zona fronteriza de Chile y Bolivia, revivió desde que los residentes pudieron acceder a electricidad las 24 horas al día el año pasado, gracias a páneles solares y turbinas eólicas que recargan una gran batería. "Era un pueblo en el que a la una de la mañana se cortaba la luz", dijo el alcalde Carlos Reygadas Bavestrello. "Era un pueblo en oscuras. Desaparecía. El poder contar con energía eléctrica ha permitido mejorar la calidad de vida de las personas considerablemente​", señaló.

Ahora se puede comer helado, por ejemplo. Y jóvenes que antes debían trasladarse a las grandes ciudades para seguir sus estudios en los últimos años del colegio podrán quedarse. Pronto, Ollagüe tendrá un bachillerato.